Yo sabía que iba extrañarte amor mío, pero no que el
demonio con tu nombre iba a estar rezongando todo el día con que si me
extrañas, con que si necesitas llamarme, que solo vas a aguantar esta semana
sin hablarme.
Pretendo no escucharlo y me cansa ignorarlo todo el día.
Así, brevemente me siento a escucharlo y lo percibo todavía
enojado por no haberte pedido perdón, porque así hubiera sido más fácil que te
quedaras, me reclama que haya apresurado tu partida. Mis demonios lo enfrentan
contestándole, todos al mismo tiempo y mi aturdimiento crece.
No encuentro sentido cuando brinca y llora al mismo tiempo,
parece afligido por la posibilidad de perderte, como si en ello se le fuera la
vida.
Me avisa cuándo lloras, cuándo ríes, cuando hablas mal de
mí, cuando me añoras. Es un demonio de apego, que me recuerda mi ingratitud y
libertad.
Pero el demonio, de vez en vez se cansa y así como tú huiste
enojado de mi lado, él se va cuando río a carcajadas o alguien más me abraza.
Me maldice con que la vida me olvidará si te
suelto para siempre. Le recuerdo que en mi vida las decisiones crean o
disuelven, permanezco al final con mis consecuencias… él es una consecuencia
que se desdibujará cuando el tiempo haya masticado tu recuerdo
1 comentario:
Ya había Larisa antes de la época del demonio.
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