jueves, 7 de junio de 2012

Aquí entre nos...

Imagínese por  un momento que la mayor parte de la publicidad sobre los individuos que representan los partidos es manipulada, que los detalles han sido agrandados con una lupa, pretendiendo señalar una supuesta  punta del iceberg. Imagine que la compaña de desprestigio, más que servir para una táctica de voto de castigo, solamente acrecienta la confusión y el fastidio de personas que ni tendrán un beneficio inmediato de cualquier partido que gane, ni se les volverá a tomar en cuenta realmente de las decisiones gubernamentales durante tres o seis años.

Presentar información cierta e incierta, de manera revuelta confunde a cualquiera, pues con frecuencia nos hará perder la prioridad, el objeto de una decisión.

Más que pensar en una persona como un líder, debiéramos avocar la atención a la propuesta del partido que lo presenta, más que la simpatía o la aversión individualizada, es atender a lo que históricamente han realizado los gobiernos derivados de los partidos, tanto aciertos como desaciertos. De nadanos sirve escarbar los trapitos sucios que cualquiera tiene... es una pérdida de tiempo superflúa que nos marea, analógicamente al juego de la gallina ciega o antes de pegarle a la piñata con ojos vendados.

Hace no mucho tiempo, la decisión pesaba en unos cuantos, el derecho de votar colectivamente, en representación de los demás era una forma legal del voto.  El voto individual es un derecho que costó mucho tiempo y sangre. Si yo no voto o anulo mi voto, si escribo un candidato diferente o groserías... dejo que la mayoría activa decida, pero me refiero a la mayoría positiva: aquella que seleccionó un solo candidato.
Pero sin embargo, es un derecho ganado, no es una obligación. Nadie puede obligarme a votar, ni cometo infracción o delito si dejo de hacerlo, es una potestad de aquellos que cumplen ciertas características: la ciudadanía, la mayoría de edad, entre otras.
Por favor, descréase las campañas que desvirtúan candidatos... es tanto como crear un demonio para presentar una figura mesiánica, para que probablemente solo obtenga lo mismo, sin mayor cambio, independientemente del color o la ideología.

No me gusta la política, siempre le he sacado la vuelta, más sin embargo creo que eso me da cierta objetividad ante los sucesos que vengo atestiguando. Mi postura, que varios han tenido la curiosidad de preguntarme, es hacia la expresión del voto libre, cualquiera que éste sea, el respeto a la decisión individual y mayoritaria, y un país que pueda desarrollarse en un clima de justicia y de paz.

2 comentarios:

scriptorium dijo...

¿Zoofilia? La zoofilia (del griego zoon, "animal", y philia, "afinidad") o bestialismo es una parafilia que consiste en la atracción sexual de un humano hacia otro animal distinto de su especie. Las personas que sienten esta afinidad o atracción sexual son conocidas como zoófilos o zoofílicos, pero también se conocen como zoosexuales o simplemente "zoos".1 La zoofilia es también conocida como zoosexualidad.1
Para mayor claridad, en este artículo se utilizará el término zoofilia para la atracción sexual, y el término bestialismo para el acto sexual. La zoofilia es considerada en muchas ocasiones como antinatural, y el acto sexual con otros animales como un abuso de éstos o como un "crimen contra la naturaleza". Algunas personas, por ejemplo el filósofo y autor Peter Singer (involucrado en movimientos por los derechos de los animales), defienden que esto no es así. Aunque la investigación de la zoofilia se muestra optimista y apoya a los zoófilos en su mayor parte, la cultura general se muestra hostil al concepto de la sexualidad animal-humana. (WikipediA)

Dalia Larisa J Otero dijo...

Gracias por tu comentario.

Soy vegetariana, con un profundo amor a los animales ( no carnal, ni sexual )

Tengo un poemario entero sobre la dignidad animal, en pro de dejar de erradicar los campos de concentración llamados mataderos.

Respeto tu opinión, agradezco el tiempo que invertiste en escribir, y afortunadamente es mi obra, y para mí el título es correcto

Derecho de Pernada, decadencia del Ius Primae Noctis a la cultura de la violación.

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