Viernes, querido viernes… otra vez nos encontramos uno
frente a otro, ¿qué hacemos hoy? dice un poco en broma la gitana:
"El viernes mi noble rey pide que me lleven a su alcoba para
aleccionar a su esposa en las artes amatorias y mientras practican mis
enseñanzas los observo con regocijo en su placer, y de vez en vez el rey me
regala su semen como pago. Otras ocasiones mi noble reina se escabulle para que
el rey me monte libremente, mientras ella nos mira detrás de la cortina,
aprendiendo a planear el camino del placer y encontrar su propio sello
amatorio".
"Acúsome de regocijarme en los abrazos de viejos amigos en
sábado, especialmente del guerrero que viene de lejos todas las mañanas a
visitarme a pedir un simple vaso de agua. Si no estoy atendiendo a aldeanos que
buscan consejo o un hechizo, pasa al centro de la cocina y mi choza se vuelve
invisible e inaudible para cualquiera que pase por los caminos cercanos, pues
nos convertimos en un animal, por varias horas".
"Hoy domingo, sin embargo, mi corazón se desborda del pecho y se ha acurrucado en la almohada del hijo de mi vecina, quien tiene veinte años y me recuerda al hijo que nunca pude criar, creo que conversaremos toda la noche, entre seducción y ternuras..."
"Hoy domingo, sin embargo, mi corazón se desborda del pecho y se ha acurrucado en la almohada del hijo de mi vecina, quien tiene veinte años y me recuerda al hijo que nunca pude criar, creo que conversaremos toda la noche, entre seducción y ternuras..."
Elisher ha dejado de ser casadera, aunque es amada por
bella, por generosa y sabia.
El veneno en pequeñas dosis es medicina, pero beber de golpe
todo el brebaje dejaría inerte su poder. Elisher por cortesía se va sin que despunte
el sol, para que cada uno de ellos la recuerde como un bello sueño antes de
romper el hechizo y se esconde en la apariencia de la anciana de siempre, vagando vestida en
harapos y que mendiga sigilosa en las ciudades.
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