Mientras caigo del precipicio, sé que es imposible
estrellarme, si bato mis alas y despego,
es probable que contemple tu caída… mis alas no resistirán el peso de tu
inexperiencia. Te advertí de no invitarme a volar, pues el cielo es mío, en
cambio tú nunca has salido del nido.
El precipicio te reclama implacable. Pero me pediste volar
contigo, durante tres meses… si te tomo y vuelas a costa de mis alas, en cuanto
te suelte, caerás de nuevo, si te dejo sobre tierra firme, me acusarás de
haberte abandonado… el precipicio tiene su propio poder y de verdad, tiene a sus propios guardianes.
Bate con fuerza tus propias alas… te espero en medio del
cielo
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